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La seguridad del tráfico de bienes es el fundamento de cualquier forma de civilización dotada de ordenamiento jurídico. En Roma no cabe duda que la enorme expansión territorial, económica y, por ende, comercial del imperio fue posible porque, desde sus más remotos orígenes, la seguridad del tráfico de bienes estaba absolutamente garantizada. Se trata de demostrar que esto fue posible en un sistema jurídico sin Registro de la Propiedad.

Se analizan especialmente las dos situaciones problemáticas que son inherentes a la propia existencia del tráfico comercial de bienes y que, por tanto, son una fuente eterna e inextinguible de conflictos: las ventas a non domino y las ventas de una cosa gravada con un derecho real de garantía. La necesidad de dotar de publicidad a la compraventa de inmuebles aparece ya en la etapa final del Derecho romano, pero su instauración no se pudo llevar a cabo. El ordenamiento jurídico romano es un ejemplo de seguridad del tráfico de bienes basada en la reparación de los perjuicios causados, en el que ya se aspiraba a lograr la prevención de los inevitables conflictos, pero esta finalidad solo se alcanzó, muchos siglos más tarde, gracias a la creación del Registro de la Propiedad.